martes, 10 de enero de 2012

Sin nada que decir ni que callar.




Nadie sabe en que silencio entro tu sombra
Si en esa pausa sin color que da el vacío
O la amarga soledad  que nos convoca
Cuando los violines gimen en descocidas noches

Sentimiento limpio  y absurdo en el que se confunden
un suntuoso aroma lírico   
y una prosa lúdica palpitante,
entonces, me contemplaras en el espejo del armario
pero ya no estaré, quedará solo mi imagen disuelta

Cruzaré el  infinito con mis ingrávidos pies
Dejando la fragancia de encantados jardines soñolientos
Sin nada que decir ni que callar hacia el exilio indolente.

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