martes, 10 de enero de 2012

Esa lluvia que golpea en los contornos del ayer





Sucede que ahora llueve  y golpea la cúpula del mundo
Y esa lluvia se convierte en cristal que se fragmenta
sobre azogue de palabras  entre borrososos contornos del ayer.

Pero yo sigo debajo de  la historia
clausurando espacios abiertos en la memoria
enterrada entre antorchas apagadas,
desde esa densa atmosfera que dibuja la impotencia.

Te deslizas en medio de esta soledad barroca,
bajo un llanto de techos castigados en la penumbra
como un amante cansado de nada,
que repite nuevamente su aventura no vivida.
¿Será, que volveremos a ser  de nuevo
esa viva sustancia que vibraba al unísono?

Doris Melo.
2012

Sin nada que decir ni que callar.




Nadie sabe en que silencio entro tu sombra
Si en esa pausa sin color que da el vacío
O la amarga soledad  que nos convoca
Cuando los violines gimen en descocidas noches

Sentimiento limpio  y absurdo en el que se confunden
un suntuoso aroma lírico   
y una prosa lúdica palpitante,
entonces, me contemplaras en el espejo del armario
pero ya no estaré, quedará solo mi imagen disuelta

Cruzaré el  infinito con mis ingrávidos pies
Dejando la fragancia de encantados jardines soñolientos
Sin nada que decir ni que callar hacia el exilio indolente.

En la melancolía descuadernada de párrafos inconclusos.







Desde mi nada,
en una calle que desconozco
atisbando el calor de tantos rostros
siento un desquebrajar en la distancia
Y en el desgano de tu mirar ausente,
mis penas bailan en brazo del absurdo.

Esta existencia poblada de pisadas
sin regresar a ninguna parte
en la que  gotas de lluvia se deslizan
eon un tibio  gesto de largueza.

Cuando el aliento se desgasta
perfilando una melancolía encuadernada,
surcando entre las ranuras finas
de párrafos inconclusos.


En esa incierta parquedad que me domina.
cuando el deseo  revienta
sobre infinitas fechas olvidadas
desvalida, como si tocara el vértigo
eternizo tu imagen entre las volutas de un cigarrillo.

Ese perfume místico que destila la congoja




Emplumada de grises vuela la tarde,
en este limbo,
entre sábanas  con blancura de azucenas,
que laten  en el todavía
arrancándole el hastío a la mirada.

Mientras la noche espera como pájaro en silencio
deshojando la envoltura del sueño,
entre yerbas perfumadas
en la carcajada del delirio.

Mástil sin velas al viento,
en los borrosos contornos de un ayer
desafían la incoherencia  del sentido
braman sacuden, zumban los ecos
cuando las horas sin atisbos se decapitan
entre harapos nocturnos, hacia el abismo,
ese espejo que a veces se equivoca
y  roza la nostalgia.

Cuando se ahogan los sueños,
en las empalizadas del destierro,
y las cortinas de esperanza se desvanecen
flotan  entonces, dormidas las algas
en el peso bruto de la nada
con el pensamiento    desandado
Y ese perfume místico que destila la congoja.

Doris Melo. 2012